Justo después, una charla con amigas me dejó con la certeza de que la mayor parte de nuestra vida no caminamos a ciegas, de que en el fondo de nosotros mismos sabemos cuándo dimos el paso en falso, ese que no supimos o no quisimos rectificar a tiempo, un poco como el personaje de Ricardo Darín en la película. ¿Dejar de contemplar ese error y las vidas alternativas que no fueron para vivir el presente que nos toca?, ¿o retomarlo todo allí donde lo dejamos, donde nos perdimos, y caminar de nuevo? La opción más difícil, sin duda, la más descabellada y loca, la más valiente.
El personaje de Ricardo Darín toma partido, pero no diré por cuál de las dos opciones, por si alguien también está llegando tarde a esta película. Sólo decir que, en el cine, sigo teniendo predilección por esas escenas que suceden en una estación de tren, en una carretera o en una habitación de hotel, donde la pareja protagonista divide sus destinos para quizá no volver a encontrarse nunca, y sin saber todavía que rememorarán ese instante hasta la extenuación, en tantas tardes lluviosas de demasiados otoños.
No hay comentarios:
Publicar un comentario