::FELIPE Y MAS por Bruno Marcos::


Ha habido tantas cosas lamentables en el debate de ayer entre Artur Mas y Felipe González que uno no sabría por dónde empezar. Lo primero que llamaba la atención por un lado era que Mas sonriera todo el rato como si lo que se tratase allí no tuviera la menor importancia y, por otro, que Felipe se pusiera muy serio como si estuviese en su mano salvar España. Y lo más penoso era que por momentos conseguía el expresidente mítico asustarle a uno, y a uno en su sofá le daba pena que Felipe estuviera jubilado porque con esa mirada y con el canoso aura de erizados pelos parecía que iba a envestir al otro que se quedaba alelado y que lo iba a cornear y a inundar de pactos y a rebautizar de patriotismo hispano aunque todo excitado no encontrase ni un sólo argumento que se tuviera tieso.
En un momento dado Mas se ruborizó a lo bobo y estuvo a punto de admitir que si los de Madrid le soltasen más pasta se olvidaría de toda la martingala separatista. Cuando el moderador se lo dijo claramente el Artur se encogió como quien dice "puede" y Felipe rebufó que eso sí que no, que eso sería muy poco serio, con lo serio que le habían hecho ponerse. 
Pero lo más lamentable de todo es lo que más desapercibido pasa, y es que ese hombre, ese Felipe González, después de gobernar este país más de catorce años, salga ahí como si no tuviera responsabilidad alguna del país desbaratado que tenemos, y, lo que es peor, que hablaba de España como una cosa que no tenía remedio, como una fatalidad.

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