::#KRUGMANTENÍARAZÓN por Susana Herman::


 A mediados de 2012, el premio Nobel de Economía Paul Krugman formuló tres vaticinios: anunciaba un corralito en España, la salida de Grecia de la UE y el fin del euro. No acertó con ninguno, pero sus supuestos poderes de predicción económica adquirieron fama en las redes sociales hasta convertirse en un hashtag: #quediceKrugman. Si bien se equivocó en la forma en que el desastre se cerniría sobre nosotros si Europa seguía aplicando políticas de austeridad y recortes sociales, no lo hizo en el fondo: estas medidas no iban a traducirse en crecimiento económico. 

En enero de 2013, el economista jefe del FMI Olivier Blanchard reconocía en un informe escrito junto a Daniel Leigh que "no supieron entender que el compromiso de las autoridades con la austeridad acabaría con el crecimiento".  Grecia es el caso práctico de este fracaso anunciado y la desgracia de nuestros hermanos griegos el precedente que libró a España y Portugal de seguir la misma suerte.
Este mes de enero, Oxfam Intermón publicaba un informe que pone sobre el papel el fracaso de unas políticas que no dejan de aplicarse a pesar de sus nefastos resultados. El 1% de la población más rica acapara la mitad de la riqueza mundial; y en España los porcentajes no son más alentadores: los veinte más ricos igualan los ingresos del 20% de la población pobre. 
El diagnóstico de Intermón Oxfam para España es claro y señala "el origen de la crisis económica, financiera, política y social en 'dinámicas perniciosas' donde el interés público y los procesos democráticos han sido secuestrados por los intereses de una minoría". "Los intereses de las élites económicas financieras marcan la agenda política", en palabras de José Mª Vera, director de Intermón Oxfam, y parece que así va a seguir siendo en los próximos meses, pues el Gobierno ya nos ha hecho saber que España debe bajar los salarios para ser más competitiva y crear empleo. 
No quiero ser agorera y desconozco #quediceKrugman al respecto, pero en 2014, para no llamarnos más a engaño, no deberíamos calificar estas políticas de medidas anticrisis, sino de directrices para establecer un nuevo statu quo que difícilmente tendrá vuelta atrás. Ojalá me equivoque.

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