::IMPRESIONES DE UNA CIUDAD por David G. Casado::


(foto Leila Jacue)
Los espacios en los que vivimos dejan una impresión sobre nosotros. Hay algo en el transcurrir diario de las imágenes y sus repeticiones, de las formas pero también de su ausencia, de sus vacíos. Nos adaptamos a éstos, los llenamos con sombras del espíritu que definen nuestro carácter, que lo contornean con un misterioso esfumado; una suerte de aura que más que verse se puede sentir. Un aura fría, heladora.
Por alguna razón algunas fotografías son capaces de captar estas formas en las que el espíritu se agarra al tiempo como un propio negativo del mismo. Quizá sea eso a lo que Barthes se refiere con el punctum y sea así como algunas fotografías nos retratan, pinchando lo real, amarrándonos como podemos a un tiempo que sabemos que desaparecerá. Es la fotografía en esos casos un documento insuperable de la lucha permanente contra el tiempo que marca nuestros rostros y al que mordemos con el carácter de lo que quiere perdurar a toda costa.
Hay lugares en los que la perdurabilidad adquiere el carácter de combate. Tal vez el mundo sea hoy en día un lugar general de combate, de lucha desesperada para no colarnos por el desagüe de este fondo oceánico de imágenes. No lo sé, quizás en general, la mayor parte de las veces, prefiramos dejarnos deslizar suavemente, entregarnos al scroll infinito de la pantalla. Pero puede que sea en cualquiera de estas acciones donde se manifieste el carácter así como nuestras formas de abandono o resistencia; ambas velocidades diferentes para un mismo destino fugaz, blanco, sin imagen. Luz cegadora que se cuela por el gran obturador cósmico, revelándonos en cada instante.

No hay comentarios:

Publicar un comentario