::EL ACADÉMICO DESMEMORIADO, LOS JÓVENES SIN FUTURO Y UN SEÑOR BAJITO por Susana Herman::

El primero intenta contarnos “una” historia, los segundos darle un giro antes de que otros la escriban por ellos y el último vuelve a estar de actualidad por su biografía “revisited”.
El académico desmemoriado. Dice el señor Luis Suárez, responsable de redactar la entrada correspondiente a Francisco Franco en el Diccionario Biográfico Español de la Real Academia de la Historia, que él no es partidario de la “memoria histórica”, pero sí de la “conciencia histórica”. Supongo que se podría disertar interminablemente, en términos académicos, sobre tan magna cuestión, pero es bien sabido que la inteligencia, si no se ejerce con sentido común, no sirve de nada. O, dicho de otro modo, para qué marear la perdiz si no hay tal perdiz.
Los jóvenes sin futuro. Y me temo que también sin pasado reciente, al menos si pretenden estudiarlo en el Diccionario Biográfico Español. Qué gris lo veo todo, pero no por la diversidad de matices o por la astenia primaveral, sino porque no puedo evitar que las imágenes de la carga policial del 27 de mayo en Barcelona me recuerden a aquellos señores de uniforme gris, que vivían en un período gris también y que defendían a golpe de porra un orden franquista moribundo. Aunque quizá me explicaron mal ese período histórico en el que todo era luz y color, y tengo una gran confusión fruto de mi educación progre y posfranquista.
Un señor bajito. A lo mejor Franco solo era un señor de baja estatura con accesos de mal humor que le impulsaban a tomar decisiones algo precipitadas, pero cuyo encanto personal y amor por la patria hacían olvidar rápidamente, a cualquiera que tuviera el placer de conocerle, esa tendencia algo insana a la irascibilidad.
Por cierto, la realización de tan instructivo diccionario, gracias al cual se puede aclarar cualquier duda sobre la naturaleza autoritaria, o totalitaria, o… bienintencionada del régimen franquista, ha recibido 6,4 millones de euros en subvenciones del Gobierno desde el año 1999. Una cosa más a añadir en la lista de indignaciones.

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