::OBAMA ANTE EL ESPEJO por Susana Herman::

De mis años de estudio en la facultad de Derecho recuerdo, sobre todo, las asignaturas de Derecho Internacional, sentía verdadera pasión por la defensa de los derechos humanos, y siempre me pareció paradójico que la creación de leyes y organismos que defiendan lo que es obvio hayan tardado tanto en cristalizar a lo largo de la historia. Ya en el primer año, aprendí que para que lo obvio pueda ser defendido necesita, en primer lugar, reconocimiento jurídico y, en segundo lugar, un aparato judicial ante el que defenderlo. Construir ambos ha llevado (y lleva) tiempo, pero, afortunadamente, hoy contamos con valiosos instrumentos para defender la legalidad internacional.

El 2 de mayo, un día después del asesinato de Osama Bin Laden, revisé la biografía de Barack Obama, él también estudió Derecho (en la prestigiosa Harvard Law School), así que sobra decir que debió aprender bien la lección para obtener su licenciatura. Volviendo a mis años de estudiante, recuerdo que uno de los ponentes de un curso de verano de la Universidad del País Vasco habló de terrorismo y democracia; dijo que la democracia se ejerce cada día que uno se mira al espejo y no recurre a la violencia para combatir la violencia, que a veces resulta doloroso, pero que es el único sistema que tenemos para hacer frente a la barbarie sin convertirnos en bárbaros.
Cuando Obama alcanzó la presidencia de Estados Unidos el 4 de noviembre de 2008, creí que el mundo podía convertirse en un lugar mejor. Unos meses antes, en una Convención Demócrata y refiriéndose al sentimiento antiamericano en el mundo árabe, Obama había pronunciado estas palabras ante una emocionada audiencia: “Esas personas no odian a Estados Unidos, sólo odian la estupidez de sus Gobiernos”. La opinión pública lo interpretó como el fin de la supremacía y la política imperialista de EE.UU., y como el nacimiento de una nueva era presidida por el diálogo y la estabilidad.
Me gustaría saber qué siente Obama al mirarse al espejo. Yo siento que desde que Aníbal se paseaba en elefante por lo que hoy es Europa, poco hemos ganado.

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