::Xmatized por David G. Casado::

La Navidad envuelve los últimos días del año en una especie de algodón de la memoria empapado por el fluido familiar y su suministro excesivo y periódico en el contexto de un momento extraordinario del año a partir del cual todo puede cambiar, para bien o para mal.
Siempre me ha fascinado la distancia de una semana exacta entre Nochebuena y Nochevieja, como dos caras de la misma moneda. Una que nos recuerda los vínculos y la otra que nos advierte que son temporales. En ese intervalo alquímico se cuece una felicidad artificial que explota durante los últimos segundos del año, como explotan las 12 uvas en nuestra boca.

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