::EL ENIGMA ARTETA por Susana Herman::

El cuadro “Evacuación de un pueblo” de Aurelio Arteta estará colgado hasta el 7 de enero en el Centro de Arte Reina Sofía. No es de gran tamaño y la escena que inmortaliza se emborrona y confunde con tantas otras que comparten sala cuando el visitante hace un rápido recorrido visual. Si no hubiera sido porque antes de visitar Madrid había leído la novela de Kirmen Uribe “Bilbao-New York-Bilbao”, habría pasado delante de él sin reparar en su autor. Pocos pasos antes de llegar a Arteta había entrevisto apenas unos segundos el famoso “Guernica” de Picasso. Un numeroso grupo de turistas italianos lo contemplaba mientras escuchaba atento las explicaciones del guía y no dejaba ver más que recortes sin continuidad, así que seguí con la visita hasta llegar, por casualidad, a “Evacuación de un pueblo”.
Tal y como señala Uribe en su novela, Arteta había recibido el encargo de pintar una escena sobre la guerra civil con ocasión de la Exposición Universal de París de 1937, pero en 1936 rechazó el encargo y abandonó su domicilio de Madrid para huir de España con destino a México, de modo que el encargo pasó a manos de Picasso. Paradojas de la vida (y del arte), el “Guernica” se erigió en símbolo del horror de la guerra civil y ocupa siempre un lugar de honor allí donde es expuesto. Si Arteta no hubiera rechazado el encargo, el grupo de turistas italianos del Reina Sofía habría estado contemplando una interpretación muy distinta de la guerra y de la barbarie a la que son capaces de entregarse los hombres.
Mientras los turistas acaparaban a Picasso, yo me dediqué a Arteta. Sentí la necesidad urgente de tener el móvil de Kirmen Uribe para confirmarle lo curiosa que es la vida: cómo “Bilbao-New York-Bilbao” cayó en mis manos sin pretenderlo, cómo en mi visita a Madrid acabé por casualidad en el Reina Sofía y vi la exposición “Encuentros con los años 30” porque me perdí entre los pasillos del Reina, cómo el cuadro de Arteta me asaltó sin buscarlo. Sentí una revelación cuyo significado todavía no acierto a poner en palabras. Como si el “Guernica” fuera la novia que aparece en la foto, la que acapara los flashes y todas las miradas, mientras el cuadro de Arteta es esa historia que no fue, que no merece el marco de plata ni un lugar de honor en el álbum de fotos, pero que incluso en su imposibilidad, está llena de belleza.

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