::TÚ, CUYA MANO ME HA BAÑADO por Bruno Marcos::

Con un pelo como de nubes que trepaba el aire alrededor de su cabeza y unas patillas, aún negras, que se derramaban generosamente por las mejillas, con varias camisas suerpuestas de fantasía, gracilmente atadas a la cintura, vi varias veces a Agustín García Calvo. Me fascinaban, más que sus ideas políticas, sus ideas poéticas, la sensación que daba de poder vivir en un mundo distinto,en parte teatralizado desde el cual podía erguirse en un momento dado y decirnos que todo es distinto de como parece. En una ocasión en la que debía hablar del anarquismo acabó enredado en demostrar que el tiempo, como tal, no existía sino en la noción de rato, un rato tras otro. Y estuvo varios minutos repitiendo: "...un rato, y otro rato y otro rato, y otro rato..." Creo que nos quedábamos desconcertados casi siempre porque no eran cosas fáciles de entender, no era política, ni sociología, ni siquiera filosofía, casi ni siquiera poesía, sino un pensar emocional, sin categorías, donde la razón era sustituida por una refinada versión del sentido común.
En otra ocasión se empeñó en repetir que el estado sólo se ocupaba de administrar la muerte. Tanto lo repitió que un joven de la primera fila se levantó y gritó que se negaba a admitir que todo fuera tan negativo. No recuerdo lo que contestó Agustín a eso, pero de alguna forma aquella ingenuidad bañó su discurso de vejez. No es que hayan fracasado sus ideas, aunque aún llenase las salas de conferencias o le escuchasen, hará un año, los acampadoss de la puerte del sol, sino que lo que han sucumbido son sus ilusiones.

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