::REPÚBLICA por Bruno Marcos::



Qué sorprendente leer la llegada de la segunda república escrita por Pla a pie de calle, tan distinta de aquella narración disparatada del conde de Foxá. Resalta Pla cómo los libros que leyó tan argumentados con que España había sido, era y sería, hasta por el paisaje, una monarquía se habían quedado obsoletos de la mañana a la noche.
"Me siento -dice- en un sillón del hall y no sé por qué razón, quizá por el propio cansancio, pienso en los libros que he leído sobre España, libros que, según me aseguraron eran buenos, elaborados por los más agudos observadores, nacionales y extranjeros, de este país.
En general, todos estos libros dicen lo mismo. España, dicen estos papeles, es una cosa inmóvil. La monarquía es una cosa eterna. La duración de esta monarquía está garantizada, primero, por el Ejército y la Marina, que es una llave intocable. Luego por el latifundismo del sur, de Andalucía y Extremadura. Luego, por la Iglesia católica, apostólica y romana, por la que los españoles sienten una adoración viva, activa, pintoresca e indispensable. luego, porque el dinero es monárquico. Luego aún, porque la industrialización es incipiente, porque el orden público es fácil y porque la clase media es rabiosamente monárquica... Y gran parte del pueblo, también...
Ahora bien, en el día de hoy, 14 de abril, todas las impresionantes columnas del templo inmóvil se han derrumbado. (...) ¡Cómo han envejecido los observadores de España! El día de hoy los ha convertido en insoportables gagás."
Nos pasa ahora lo mismo, argumentados para que nada cambie, entre todo, la monarquía, hasta con sus astracanadas de estúpidos yernos y amantes ridículas. Estamos secuestrados por la transición. Oímos a los jóvenes loar el papel del rey en el 23 f que les han contado y repiten como un mantra pero no saben nada de la historia política de España, de los líos en los que una familia francesa de monarcas ha metido a este país, los mil engaños y burlas a su pueblo y que la guerra civil no es "la guerra civil" sino que ha habido tres antes y muy sangrientas y que despachan con pinturero nombre de "carlistas" en las que ellos han sido los instigadores.
Qué va hacer el rey se preguntan las gentes, pero lo que hay que decir es qué vamos a hacer con el rey. Hay que jubilarlo, como si quieren con honores de héroe nacional, padre de la patria o elegido del espíritu santo, -nos trajo la democracia (faltaría más)- y en el trance de la sucesión, no reformar la constitución sino hacer otra completa con todo lo que pedimos, en la cual, además, si se ponen pesados, que se someta a la voluntad popular la propia monarquía, a ver si tienen el cuajo de intentar perpetuarse por aclamación popular.

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