::REVOLUCIÓN DE LO SÓRDIDO por Bruno Marcos::


No minusvaloremos la potencia revolucionaria de los extraños sucesos que están aconteciendo en el barrio burgalés de El Gamonal. No sé si todos aquellos que reclaman que la ciudadanía pase a la acción se refieren a esto y si se ven satisfechos. Cada día oímos a alguien que, frente a los estragos de la crisis y la corrupción, se asombra de que las turbas no pasen a sangre y fuego el país. Hasta ahora habían tenido que conformarse con los extemporáneos atracos a supermercados del sindicato andaluz de trabajadores que poco le falta para renombrarse como el sindicato del hambre. Pero lo cierto es que se ha producido esta reacción que ha dejado a todos un poco con el paso cambiado y da cierto pavor oír que no quieren un bulevar, duelen los oídos cuando uno escucha que protestan porque haya más silencio, menos contaminación, zonas verdes, peatonales y carril bici...Lo primero es pensar que la brutalidad se ha apoderado de esas gentes y luego uno piensa que tiene que ser otra cosa, que tal vez tenga que ver con algo más refinado, con algo simbólico, con que esos bulevares son el símbolo de la España de antes que parece ahora toda de maquillaje y que los sublevados pedirían que los dineros fueran a cosas de verdad necesarias. Pero no es así, los altercados son, lo han dicho claro, porque se quedarán sin sitio para aparcar. Burgos conservador y dominado por el caciquismo empresarial, urbanístico e incluso periodístico va y estalla sin avisar, como seguramente estallan las revoluciones, por pura sordidez. Los obreros de la calla Vitoria tienen un acuerdo tácito para dejar los coches aparcados en doble fila en punto muerto para que los más madrugadores los puedan arrastrar y salir entre ellos. Para seguir así necesitan los cuatro carriles y no un bulevar

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