::FEOS por Bruno Marcos::



Lo ha dicho hace poco un outsider como Arturo Fernández: "Los que van a las manifestaciones son feos". Claro que él desconoce la dimensión estética de su apunte. Para arreglarlo, y pensando que lo grave era su superficialidad, añadió que eran feos por fuera y por dentro. Si no fuera porque en España nadie se toma en serio a un señor como Arturo Fernández que va por la vida confundiendo su personaje con su realidad, su broma con su verdad, se sacarían importantes conclusiones.
En la novela Madrid de corte a checa hay un pasaje deslumbrante y absurdo, se trata de la descripción de las turbas que avanzan por las calles de Madrid hasta el Palacio de Oriente para expulsar de España al rey Alfonso XXIII. Agustín de Foxá dice lo mismo que Arturo Fernández, sustancialmente que aquella masa estaba compuesta por gentes deformes, enfermos, tullidos, enanos, resentidos, mezquinos, groseros, en definitiva, feos. No se me escapa que el conde conocía las teorías del esperpento de Valle Inclán porque, creo recordar, que el libro se inicia precisamente en una conferencia del gallego en el Ateneo. El caso es que la vuelta que Foxá le da a la técnica del esperpento es desconcertante porque si Valle hablaba de hacer pasar a los héroes clásicos por los vidrios del callejón del gato para exagerar sus defectos y hacerlos más patentes, el conde hace pasar a los ya deformes por su óptica deformante, ensañándose con ellos en lo que podríamos calificar de un hiperrealismo mal intencionado. Se ve que Foxá no ha entendido nada del esperpento porque devuelve la realidad al punto de partida.
Tanto el conde de Foxá como el maduro galán Fernández nos hablan de lo evidente, que la gente que se echa a la calle a manifestarse aunque en origen fuera guapa, con los disgustos, se vuelve fea.

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