::UN BRINDIS POR LA INCERTIDUMBRE por Susana Herman::

Se acaba el 2011 y llega el momento de hacer recuento de este año “extraño”. Lo pongo entre comillas porque es uno de los adjetivos que más se repite en la ficción literaria junto con “mágico” (que no aparecerá en este artículo porque, si los próximos días no lo remedian, este que se nos va es uno de los años más impregnados de realismo que recuerdo).
Ha sido “extraño", imprevisible e incierto, de esos años que solo suman sin aportar significado, como si viviéramos un periodo de entreguerras o de transición política que, forzosamente, debe conducir a un año más digno de ser recordado. Pero ¿qué acontecimiento nos dará la señal del cambio? ¿Y cuánto falta para eso?
No han sido doce meses caracterizados por el optimismo, y los más pesimistas han podido constatar, por fin, que tenían razón, y que el mundo puede ser un lugar inhóspito. Un optimista incorregible como el actor Peter Ustinov decía que “lo último que podrá oírse antes de que el mundo explote será la voz de un experto afirmando que es técnicamente imposible”. ¿Será una cuestión de tiempo?
A los que, biográficamente, no recordaremos el 2011 como un año tocado por la buena fortuna, nos ha acompañado un continuo caos en forma de perfecta simbiosis con el mundo. Intervalos nubosos si mirabas hacia dentro o hacia fuera y ni rastro de anticiclones insolentes que nos recordaran tiempos más felices.
A pesar de todo, brindo por el nuevo año, que se prevé incierto también, y que seguramente nos resultará menos “extraño” por la costumbre ya adquirida de vivir en un constante sobresalto. Pero, en estos tiempos, ¿puede un hombre sensato permitirse el lujo de ser pesimista? Eso era un lujo para tiempos menos complicados. (No, esta frase no es mía, también es de Peter Ustinov, y pienso llevarla a la práctica a partir de 2012).
Feliz año.

1 comentario: