::NUESTRAS REVOLUCIONES ÁRABES por Bruno Marcos::

Al final sus revoluciones han sido también las nuestras. Nuestros gobiernos, perezosos y prácticos, ávidos de devolvernos los caprichos del capitalismo avanzado estaban a punto de decirles como la Maria Antonieta antes de la guillotina: "Pues si no tienen pan que coman pasteles".
Pero las gentes ciudadanas de este primer mundo no veían en aquellos conflictos un lío de los arrabales, una refriega de los bajos fondos, jaleos de la molesta periferia sino una oportunidad para construir un mundo más justo. Se han visto así urgidos los representantes políticos nuestros por la opinión pública, por la masa democrática que les nutre de poder, a llenarse de dignidad y derogar esa actual patente de corso de los genocidas que era el axioma de la no intervención extranjera.
No está desencaminado Gadafi que, para justificar la aniquilación de sus compatriotas a manos de mercenarios, se  comparó con el Franco de 1939. Franco efectivamente se arropó de regulares moros, nazis de Hitler e italianos del fascio mussoliniano. Allí, en la España del 39, se patentó la axiomática esa de la no intervención para dejar a la piel de toro en manos de la dictadura, siempre y cuando esta fuera servil a los extranjeros en su política exterior.

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