::DIOS Y SUS MINISTROS... por Juan Carlos Aguirre::


Seré breve. Debo confesar que el manifiesto de Ramón Jáuregui, llamado: "Carta a Dios: Te encontré... pero sigo sin verte", acerca de su distanciamiento de Dios ha llamado mi atención. En él muestra respeto, sinceridad y argumenta con base ese distanciamiento. Algo poco habitual en este tipo de manifiestos, que lo diferencia de la manada de quienes insultan al cristianismo a diestra y siniestra. Ciudadanos de todo pelaje que, en algunos casos, tienen de abogado al filósofo Friedrich Nietzsche.
Antes de empezar, quisiera mencionar que el presente artículo no posee animadversión contra el ministro. El único motivo de este texto es informativo. Su carta es del año 2005, pero hace unas horas que yo acabo de leerla. Mi opinión, entonces, es en aras de mostrar mi punto de vista acerca de este asunto que, para mi, es importante.
Ramón Jáuregui reconoce que a temprana edad, juventud y hasta bien entrada su madurez fue un fiel cristiano. A pesar de la represión franquista ésta espiritualidad le brindo satisfacciones personales: “Creía entonces en un Dios de justicia y de igualdad, en una religión generadora de virtudes personales, en un Evangelio como fuente de emancipación humana”.
Dice, Jáuregui, que poco a poco dejó de creer en Dios, y alega los siguientes motivos:
1. Una narración histórica incomprensible
2. Una explicación teológica abstracta y esotérica
3. Una visión del mundo acientífica e irreconciliable dentro de la misma Iglesia
4. Una pluralidad de fes y de vivencias religiosas tan antagónicas como irreconciliables
5. Una Iglesia oficial y otra jerárquica, alejada y distante, amiga de mis enemigos
6. La política
En el primer punto (como en los demás) discrepo con el ministro, porque la historia Bíblica es clarísima. El nacimiento de Jesucristo es la frontera que delimita el nuevo mensaje de Dios al mundo. Hay un antes y un después a partir del Nuevo Testamento. Las palabras de Jesucristo son evidentes: “Nadie llega al Padre sino por mí.” (Juan 14:6). Con esto no borra el legado de los profetas anteriores, sino, reafirma su mensaje, el cual era, digamos, el más “evolucionado y revolucionario” hasta esa fecha.
En el segundo punto, casi se repite el primero.
En el tercero, menciona a la ciencia, factor irreconciliable con la Iglesia. Yo no veo por qué. La ciencia busca respuestas a lo que no conoce y el creyente también busca respuestas, pero por otro camino. Las verdades de cada uno se entrecruzan a cada momento con variantes cronológicas y de otra índole. Van equidistantes en su búsqueda, sin perder el rumbo ni su origen.
Cuarto punto. Jáuregui parece agobiado de la multicultural gama de Fes en el mundo. Me parece extraño que alguien que, según dice ha leído sesudamente la Biblia, no conozca la historia o no quiera reconocerla. Como bien sabéis, a la muerte de Jesús sus discípulos y otros adeptos fueron por el mundo llevando el nuevo mensaje. Con lo cual está claro que la Iglesia sería multicultural. Negarlo es una aberración flagrante.
Quinto. Creo que ya vamos entrando en materia cuando dice, el ministro, que la jerarquía de la Iglesia es amiga de sus enemigos. ¿Enemigos? Se referirá al partido de la gaviota. Esto no es más que otro error, puesto que todos sabemos que la Iglesia la forman un grupo de personas o fieles creyentes. Dicho esto, Jáuregui no estaría decepcionado de Dios, sino, de sus seguidores o de la jerarquía eclesiástica actual por ser amigos de sus enemigos, como dice.
En el sexto punto, Jáuregui remata el quinto punto, diciendo que por motivos políticos se aleja de Dios. He ahí el quid del asunto. Me pregunto tres cosas: a.- ¿Un político socialista y cristiano no encaja en el engranaje de dicho partido? b.- ¿Está bien cuando eres poco conocido, casi anónimo, el mantener tu Fe, pero cuando escalas a mayores cargos y tu nombre aparece en la portada de los diarios, no es conveniente que las autoridades del partido tengan Fe, o sean creyentes? c.- ¿Las juventudes socialistas podrían ver eso como síntoma de debilidad?
Dice el ministro que volvió a encontrar a Dios cuando pensaba en el cristianismo como referencia moral y de compromiso. Tratándose de cristianos por el mundo llevando solidaridad. En esto acierta y quiero dejar en claro que Jáuregui es todo un caballero al referirse a Dios, aunque como ex-creyente sus contradicciones lo delaten.
Dice que “le encontró pero sigue sin verle. Las mismas dudas, la misma incapacidad de comprender su relato histórico”. Otra frase para destacar es: “No te veo pero te tengo por un aliado”.
Finalmente, en las postrimerías del manifiesto, como yo le llamo a su escrito, expresa con mucho respeto y sensatez lo que para el significa el legado del cristianismo:
“Los viejos conceptos de libertad, igualdad y fraternidad que configuran el universo cultural del socialismo nacieron del humanismo cristiano de una convergencia prepolítica entre nuestros dos mundos. El socialismo de hoy necesita una sociedad educada en esos mismo valores, en esa concepción desprendida del buen samaritano en esa actitud solidaria del voluntario cristiano, en esa aspiración profunda de paz y tolerancia que emerge del Evangelio. Esa moral cívica siempre será la base cultural del socialismo”.
Se despide con un “Te deseo lo mejor”, como despidiéndose de un amigo o de alguien cercano o a quién se le tiene aprecio. Esta despedida se puede interpretar como un “gracias por todo, pero ya no te necesito o ya no puedo seguir contigo”.
Sin duda hay que tener mucho valor para defender su antigua creencia y ante todo tenerle el respeto que merece. No como hacen algunos ateos y agnósticos (salvo excepciones), insultando y tratando de minimizar el efecto y trascendencia del cristianismo en la historia y cultura del mundo.

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