::LA TIERRA SIN EL HOMBRE por Bruno Marcos::


De las sobrecogedoras imágenes del tsunami japonés de ayer hay una para mí especialmente heladora. Más allá de los coches y las casas flotando, arremolinándose por cualesquiera lugares, o los barcos  penetrando tierra adentro, colisionando con otros y con casas. Más allá de esa mirada aérea en la que la superficie terrestre aparece como un pliego acartonado sobre el que se vertiera un vaso de agua, hay una filmación en la que el mar se va retirando hacia su inmensidad de una forma majestuosa y solitaria. Y luego desde ese fondo se eleva para volver. Se siente en su contemplación una naturaleza ajena a lo humano, ciega ante el ojo cimematográfico que lo captura desde los helicópteros.
Es una secuencia pavorosa pero impresionante, tal vez incluso hermosa, demoledora para las aspiraciones de lo humano. Piensa uno en todos los tsumnamis que habrán ocurrido, y en aquellos que nadie haya visto, en un mundo despoblado de nosotros de tiempo geológico, y en cosas que ocurrirían, incluidas las humanas, como en aquellas guerras mundiales que tuvieron lugar hace trescientosmil años y de las que no hay historia.

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