::POR QUÉ NO ADMINISTRO UN BLOG por Darío Rodríguez::

Mis comentarios acerca de libros los consagro a fugaces conversaciones cara a cara con otros despistados. Hay presencia de nicotina y, hasta donde recuerdo, cafeína en esas reuniones.
La suma de rutinas, riesgos endebles y retrocesos no equivale en mi caso ni siquiera a una torpe anécdota.
El diario personal se me volvió castigo. Si redactara un blog la penitencia sería doble: registro de caídas cotidianas y puesta en escena de sus máscaras.
Vivo, sobrevivo, en un país donde la gente que lleva existencias interesantes está muy ocupada, concibe la popularidad de manera insólita, no sabe manipular computadores o es analfabeta.
Admiro a personas muertas. Incluyo en esa categoría funeraria a unas cuantas con quienes hablo todos los días.
Por terquedad o mojigatería oigo la música. No aprendí a compartirla ni a observarla.
Soy una celebridad en la provincia que habito. Me horrorizaría serlo en la Web: tanto odio ajeno puede resultar insoportable.
La Autobiografía o las pretendidas Memorias Prematuras son obras de zapa.
La Novela en Clave a la larga es fatigante.
Repaso con regularidad Eclesiastés.
No administro lo que suele llamarse una vida.

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