::TÚNEZ, EGIPTO: EL FANTASMA CAMINA DE NUEVO por Jesús A. Marcos::

¿Recordáis El Manifiesto?: un fantasma recorre Europa, es el fantasma del comunismo.
Sí, ellos, Marx, Engels, le llamaban comunismo, pero quizá se equivocaban con su nombre y se les escapaban muchas cosas de las que ocultaba bajo su túnica. Por eso, yo prefiero llamarle emancipación y creo que está aquí otra vez y que, ahora, se mueve más allá de Europa. Hasta es posible que haya perdido su interés en ella. El fantasma recorre el norte de África y el suroeste de Asia, pero le temen en todas partes: dicen que China ha censurado en la red las palabras Túnez y Egipto y debe de ser así, pues allí la ocupación de las plazas ha de traer recuerdos poco aceptables.
Marx, Engels, El Manifiesto. Otra época, otro entorno, pero, seguramente, un fenómeno parecido. La gente estaba harta de los corsés políticos, sociales y culturales. Querían vivir mejor
–comer bien, pensar y actuar con libertad- y sabían que los adelantos técnicos y la remoción de los valores jerárquicos tradicionales les estaban abriendo el camino para lograrlo. El norte de África y el oriente cercano no son ahora lo mismo que la Europa revolucionaria de entonces ni vienen de la misma tradición, pero esas diferencias no impiden que, en lo esencial, haya coincidencia. Es el mismo fantasma, el fantasma redivivo que se hace dueño de las multitudes y las dota de fuerza para lanzarse a la aventura del cambio y de la lucha contra todo aquello que se empeña en impedir una vida mejor para todos.
Y a ese espectro no puedo llamarle comunismo porque el comunismo, aunque durante un tiempo catalizara la oposición a la explotación y a la rapiña del trabajo de los pobres, tenía ya desde el comienzo un punto de retroceso hacia la uniformidad de la tribu y su desarrollo posterior ha originado las aberraciones políticas y los crímenes que todos conocemos. Los jóvenes –y los no tan jóvenes- que viven en Túnez, en Egipto y en todos los países que se están levantando contra las momias que les dirigen quieren no sólo ser libres, sino también valerse por sí mismos, disponer de su país para construir su vida, sin que nadie les ponga barreras innecesarias ni les suplante en la toma de decisiones.
Que la plaza de Tahrir sea la libertad y la fuerza para caminar por uno mismo.

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