Tenía que pasar, antes o después estas revoluciones de los países árabes encontrarían, entre el repertorio de patologías psicológicas que encarnan sus dictadores, al psicópata. Gadafi no es Mubarak y aplasta a su propio pueblo bombardeándolo con los aviones que deberían protegerlo. Más respetuosos que nunca los países desarrollados se mantienen indolentes y hasta lacios, como si aquello no estuviera ocurriendo a miembros de la raza humana sino a seres enteramente ávidos de no ser intervenidos, como si el derecho a ello estuviera por encima, incluso, de su derecho a la vida.
Sin embargo no ha mucho se les dio una guerra para proveerles de democracia en Irak. Claro que cómo intervenir con contundencia si muchos piensan por aquí que aquella gente viene a por nosotros, que la democracia suya no ha de ser sino la libertad para dejar su pueblo y venir a por nosotros, a por nuestro coche y a por nuestra casa al grito ensordecido de: "Haré lo mismo por menos"...
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