::LAS REVOLUCIONES BONITAS por Bruno Marcos::

Ante las sucesivas noticias que presentan la democracia como un lugar putrefacto Túnez recupera la belleza natural de lo espontáneo. La vitalidad de su juventud, pese a la presión medievalizante que sufren en sus países, nos regala al resto un gesto ejemplar. Quieren trabajar, opinar, amar, vivir con naturalidad.

Claro que las revueltas de esta crisis ya crónica habrían de producirse en la periferia, en los bordes del primer mundo, en sus arrabales, donde el analfabetismo o la superstición no pueden seguir por más tiempo asegurando un muro de contención; pero también son una revolución nuestra, un paso hacia la humanización de los que hemos dejado en manos de sus tiranos que nos obedecen. "Hemos hecho una revolución -comenta una joven ingeniera tunecina- que nos ha costado víctimas y ahora nos la quieren robar y, además, tomarnos por tontos".

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