Habría que ir a la huelga no por principios económicos como nos dicen los sindicatos sino por motivos dialécticos, es decir filosóficos, más concretamente hegelianos. En realidad todos los movimientos de izquierda no han dejado de ser hegelianos nunca.
La noticia de que el capitalismo es el mejor de los mundos posibles nos la da últimamente hasta ese gran demócrata cubano que recomendaba a sus ciudadanos comer flores para paliar el hambre correligionaria ya que ha admitido que el modelo suyo ha fracasado.
La desaparición de la U.R.S.S. ha dejado sin munición real a todas las revoluciones pendientes y los obreros del mundo saben que donde mejor vivirán es en el primer mundo, en países donde no gobiernen los suyos.
Explicaba Jakob Böehme que el bien y el mal eran como dos cachorros que juegan a pelearse siempre equilibrando las fuerzas para no hacer sucumbir al contrario y lo que habría que pensar hoy es cuáles son exactamente las fuerzas que andan en liza y si es legítimo hablar de que un partido en el gobierno debe defender los intereses de una clase social por muy santa que esta sea o si deberíamos hablar de lo que es bueno para el país. En ese sentido retomar un concepto tan desmontado como el de patriotismo nos sería muy útil aunque habría que refundirlo.
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