::ORIGEN por Bruno Marcos::



Habría tenido muchas posibilidades de convertirse en una película medianamente interesante si no fuera porque está hecha en nuestros tiempos. El tema es el de poder interferir en el inconsciente de las personas a través de sueños compartidos. El resultado es una nueva vuelta de tuerca al truco Mátrix, acción para quienes no entienden nada y un algo de enjundia para unos pocos ávidos de que su entretenimiento tenga un baño intelectual.
No es que la trama sea demasiado complicada sino que que hay excesiva holgura entre el realismo de la acción y la fantasía de la ciencia ficción. A este defecto estructural se le une lamentablemente una música intolerable -propia de la multiorgasmia antinarrativa tan frecuente en el cine actual- y la repetición machacona de los rudimentos de la historia para que nadie se quede descolgado, además de una retórica academicista de la catástrofe, el tiroteo, la persecución y la explosión.
Lo más interesante de este film pasa casi desapercibido. Se trata de algunas propuestas sobre la arquitectura y la ciudad extremadamente imaginativas. En un momento dado, cuando deciden crear una escenografía onírica con fines de espionaje industrial, han de formar a una arquitecta y esta dobla la ciudad y la pone de techo de sí misma. En otro momento el protagonista narra que permaneció con su mujer en un sueño del que no podían salir durante 50 años. En ese tiempo construyeron una ciudad insólita, enormes edificios de viviendas que se derrumbaban al pie de la playa, torres lisas que se perdían en el horizonte y, entre ellos, casas antiguas hechas con recuerdos. 
Quizás lo más hiriente del planteamiento de esta película sobre el subconsciente sea que no predomine en ella lo humano y que todo ese asunto de los sueños acabe también en manos del capitalismo. Para mitigarlo están las historias de DiCaprio con su mujer difunta y la del heredero del magnate que no quería  a su hijo pero ambas son insuficientes y uno acaba por preguntarse: "¿Y si, realmente, este grupo de robasueños en lugar de usar un tubo inyectado a la mano y un maletín tecnológico empleasen simplemente el diván de Freud?

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