::LO PEOR DE LOS GOYA por Bruno Marcos::


Por mucho que se empeñen en negarlo lo de los Goya es enteramente un concurso de dedicatorias de todo tipo, desmesuradas o sucintas, exhaustivas, universales, lacrimógenas, festivas, románticas, serias y en broma, enigmáticas algunas e, incluso, encriptadas otras. Unos se acuerdan de su abuela, otros de su mujer a la que apenas vieron durante los durísimos rodajes, uno incluso se acordó de una gente de Guadalajara y Armiñán de unos mañicos que se le aparecieron en un cabaret de París recién acabada la guerra mundial. Otra, tan excitada se puso, que le dijo directamente en su cara a uno de las butacas que era, ni más ni menos, que la mejor persona del mundo.
A casi todos parece que, con darles un Goya, les hubieran catapultado a los cielos eternos y empiezan con la hemorragia de agradecimientos y deben todos tanto a tantísima gente que uno cree que los Goya tendrían que ser colectivos y darse a cientos de personas cada uno y en vez de llegar a unas pocas decenas de afortunados hacerse extensivos a varios cientos. 

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