::RECORTES EN ÉPOCA DE CRISIS por Ana Pollán::

En época de crisis hay recortes. Evidentemente se necesita ahorrar para salir a flote. Pero hay maneras y maneras de ahorrar y en España se me ocurren mil sitios donde dar el tijeretazo: aviones y coches oficiales, empresarios que gozan de escandalosas ventajas fiscales, diputaciones que sobran y un menor gasto autonómico. Desde luego, entre un estado centralizado y otro en que cada región despilfarra el dinero público hay un aconsejable término medio. Pero no.
Coherencia, sensatez y política nunca fueron una mezcla posible. La consecuencia de todo ello es que se acaba atentando contra el estado de Bienestar: principalmente, contra la educación y la sanidad. De este modo, quien resultan más directamente perjudicada por todo ello es la gente de a pie. Porque no me imagino ni a Rajoy, ni a Zapatero, ni siquiera a Llamazares haciendo cola por romperse la crisma. Al contrario, tendrán un seguro sanitario privado a prueba de masificaciones y demás contratiempos.

Pero lo que más me indigna es el plan descabellado al que se enfrenta la Educación, que es una parte esencial del estado social de derecho. Una parte que lleva tiempo haciendo aguas y por eso resulta intolerable y escandaloso que aún se pretenda poner un poco más contra las cuerdas.
En tiempos de crisis no se puede recortar en Educación. Se necesitan personas cualificadas, emprendedoras, adaptadas al rápido y exigente ritmo de la vida actual. Y la única vía para llegar a estar suficientemente formado para poder responder al reto de los nuevos tiempos es contar con una educación de calidad.
Una educación que tenga un profesorado preparado, en formación continua, renovado día a día en sus conocimientos, actualizado para atender las competencias intelectuales de los alumnos y también las destrezas personales y sociales. Es imprescindible ir mejorando la calidad de la educación. Lograr unas infraestructuras capaces de dar el servicio necesario a todas y cada una de las partes de la comunidad educativa. Que en colegios e institutos haya profesores suficientes no solo para suplir las necesidades ordinarias sino aquellas más específicas, tales como las de alumnos inmigrantes, discapacitados o con una situación, familiar o personal complicada.
En nuestra educación se deben tener en cuenta no sólo las notas sino también aptitudes tales como el esfuerzo y el interés. Proporcionando así la libertad al alumno, responsable de gestionar sus actividades satisfactoriamente.
En resumen, no se puede recortar algo que pide, porque es justo, la máxima holgura económica posible como para ofrecer un servicio de calidad.
Por último, quiero reconocer el tremendo sacrificio que hacen la mayoría de los profesores. Yo, como alumna, observo muchas de las circunstancias que concurren en el quehacer docente y desmiento con toda rotundidad que un profesor solo trabaje veinte horas. Esas son las primeras.

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