::SAQUEO AL ESTADO DEL BIENESTAR por Bruno Marcos::


Un jubilado ha muerto apaleado por los saqueadores  cuando intentaba apagar la llamas de un establecimiento. Es como si se tratase del asesinato simbólico de la bonhomía antigua, como si la turba estremecedora ejecutase en él a quién ha cumplido un ciclo que se presenta en crisis, vivir, cotizar, trabajar, consumir, tener casa, sanidad, seguridad, justicia y jubilarse... Por más que los medios sigan haciendo comparaciones las imágenes no establecen ninguna relación de estos acontecimientos de Londres con las revoluciones de los países árabes, ni con los campamentos de refinado asamblearismo de los indignados sino que lo que ilustran son los saqueos clásicos, los históricos, o revueltas como las de Los Ángeles o como las de los arrabales de París de no hace tanto. En ellos la consigna es la destrucción, arrasar con todo, conseguir lo que se pueda...
Un joven se cuelga de una tele de plasma para arrancarla de la pared, como si sólo la fuerza bruta, el peso de su delgado cuerpo encapuchado y con los pantalones medio caídos, le fuera suficiente para acceder a la alta tecnología de la imagen. Otros derriban a un joven malayo y mientras simulan socorrerle hasta cuatro hombres le abren la mochila para robarle. Es la villanía desatada, la abolición de todos los valores donde los bienes de consumo representan el poder, hay que hacerse con ellos a toda costa, de cualquier manera y a toda prisa mientras los dueños del mundo siguen saqueando los mercados, dando ejemplo, incendiando también el futuro para, en medio del pánico, comprar más barato.

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