Es posible que Zapatero no estuviera preparado en su momento para asumir una responsabilidad tan grande como la de ser presidente de un país como España y es posible que haya cometido muchos errores pero ha sabido, en los últimos tiempos, poner al desnudo no sólo la falta de patriotismo de buena parte de la oposición política sino también de una prensa enfangada, sucia y putrefacta en la que, con la linterna de Diógenes, encontraríamos muy pocos hombres.
Lo que hemos tenido que oír ha sido muy deprimente: Muchos han querido incluso hacer buena la guerra de Irak a costa de la de Libia, un periodista reteñido se atrevió la otra noche a comparar la sucesión en la persona de Rubalcaba con la de Gadafi por su hijo, y así locuras sin cuento...
Es evidente que a los del pp le urge convocar elecciones ahora que saben que las ganarían y no dentro de un año en el que probablemente la economía, ya se lo han soplado, repuntará. ¿Si la emergencia nacional es tan seria por qué no plantean una moción de censura?
Zapatero se ha ofrecido como chivo expiatorio, un último gesto de hombría que no se le perdonará en un país de caníbales en el que a los que son aupados por la turbamulta se les convierte al poco en el payaso de las bofetadas, en el monigote de la feria sobre el que descargar la propia frustración y la ansiedad.
Parece que el recurso de una fantasmagórica psicología social nacional pasase por combatir la frustración individual y la amargura destruyendo a todo aquel que alcanza notoriedad.
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