::LAS REVOLUCIONES BONITAS (4) por Bruno Marcos::

El rais ha claudicado pero nadie sabe quién puede asumir el gobierno de aquel país. Ni Mubarak, ni Al Baradai, ni Suleimán, ni los hermanos musulmanes les satisfacen. Es como si estuvieran magnetizados por lo exterior, como si en un momento dado lo que quisieran es ser gobernados por el extranjero, por ese mundo moderno, democrático y libre al que quieren acceder. Sólo el responsable de google en Egipto ha dado un mitin aceptable, y se han visto pancartas que decían: "Facebook mató a Mubarak". En el fondo podría haberse tratado de una revolución del autodio, como si los egipcios se negasen a sí mismos y se rebelasen, en último término, también a tener que soportar el marbete de terroristas universalmente malvados, como si todos los musulmanes lo fuesen.
Ayer a Mubarak se le vio no como el dictador que es sino como un hombre convencido de que ha sido bueno para su país, negándose a pasar a la historia como un miserable más. Toda esta erupción de pasión política pura ha tenido los atributos de lo plenamente histórico y ha sido el sentido de lo histórico lo que ha detenido al dictador y evitado un baño de sangre. Mubarak estaba en el instante en el que el Calígula de Camus ya herido de muerte por sus asesinos gritaba: "A la historia".

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