::LAS REVOLUCIONES BONITAS (3) por Bruno Marcos::

Lo más llamativo ha sido la ausencia de cabezas visibles al frente de las reivindicaciones, es como si esta reacción política estuviera a salvo de la política, en un estado más puro y produce de alguna forma una experiencia estética. Es la espontaneidad haciendo surgir lo político a salvo de la política.
Hosni Mubarak ha sido un gran hombre de estado y como tal está propiciando, a su pesar,  un proceso vivamente hermoso al dar a su pueblo la posibilidad de luchar con sus manos por su patria. De ayer a hoy la plaza de Tahrir cubierta de piedras, fortificada de barricadas. La masa humana taponando las vías, cerrándolas, como si realmente un concepto tan abstracto como la libertad pudiera ser defendido sobre su suelo físico, como si esa plaza del mundo representase un territorio real que hay que ganar a riesgo de perecer en ella. Los heridos permanecen allí exhibiendo heróicamente sus vendajes.
Mubarak va administrando cada uno de los recursos del repertorio de los dictadores: Los incomunica por teléfono y por internet, cierra los ojos del mundo clausurando Aljazeera que emitía a tiempo real... envía a policías disfrazados de civiles que difunden el terror de los asaltos, los allanamientos, incluso el miedo a la destrucción del patrimonio. "Eran tan tontos los asaltantes -declaró el ministro de asuntos arqueológicos- que pensaban que estaban ya en el museo y sólo habían penetrado a la tienda de souvenirs". Y al final cargan con caballos e incluso camellos.
Mubarak no ha entrado con los tanques y aplastado a su pueblo sino que dosifica sus actuaciones. Involuntariamente, tan sólo por no admitir que pasará a la historia mal, está brindando a su pueblo la oportunidad de pelear por su futuro. 

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