::TRABAJO PORQUE NO QUIERO TRABAJAR por Bruno Marcos::

Dice Albert Camus que él nunca había visto a nadie morir por el argumento ontológico y que sí, en cambio, había visto sucumbir a hombres para defender las causas que precisamente les daban una razón para la vida. Algo parecido ocurre con el trabajo. Los motivos últimos para trabajar parecen ser los de poder más tarde no trabajar, o trabajar menos, o conseguir un trabajo menos trabajoso, jubilarse, ganar lo suficiente para dejar de hacerlo.

Se dice que el trabajo dignifica pero, realmente, todas las energías de los representantes de los obreros van encaminadas a conseguir algo de la dignidad de los que no trabajan.

Y, por otro lado, es probado que los grandes avances de la Humanidad tienen lugar cuando esta se puede zafar del trabajo inmediato para sobrevivir. Cuando, por ejemplo, lo egipcios pudieron sentarse a descansar porque tenían los graneros llenos.

El trabajo embrutece y aliena, hace sentirse útiles e inteligentes a los espíritus no creativos. Y el trabajo ya no lo es en cuanto aparece lo heurístico pasando a ser placer desinteresado, arte.

En España se sigue percibiendo esa estrategia, que debió serlo secularmente, de transformar el trabajo en cualquier cosa, reunión de cotillas, ágape, acopio de cafés, agencia humorística, cuando no escenario de flirteo...

Celebramos el día del trabajo de una forma extremadamente cínica, si no fuera así equivaldría a celebrar el día de la pérdida del brío sexual.

En los primeros escritos que se conservan de Rimbaud niño este acaba exclamando: "Lo que querré ser es rentista". Una picaresca. Lo de siempre. Pues eso.