::LOST por Bruno Marcos::


Parece ser que los inocentes seguidores de la serie Perdidos, Lost, asistieron esta semana a la globalizada materialización del objeto final de su pasión reaccionando no con lucidez ante él sino abatiéndose.
Sin duda el éxito mundial de esa serie respondía no a algo totalmente nuevo sino a algo totalmente viejo, a la expectativa de una lógica narrativa sobre lo que se presenta desordenado. Claro que lo nuevo era poner el relato en unas circunstancias enteramente imposibles y conseguir más expectación en lugar de una creciente indiferencia.
A medida que esta expectativa era puesta en un ecosistema de hechos más dislocados su audiencia aumentaba y mientras la audiencia legitimaba el producto los guionistas y productores debieron fantasear con una existencia eterna de los enigmas sucesivos, sin embargo el empaste debió llegar a ser tan grueso que decidieron cortar aunque así dejaran a la vista los sucesivos estratos incomunicados y nunca resueltos.
Quienes trasnocharon para sentirse en ecuménica nostalgia del relato clásico se encontraron con el cartón piedra en primer plano, una torre de babel para incautos edificada con la especulación de lo sorpresivo, con la probidad hurtada a todos ellos, con el timo de la estampita de la narratología.

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