::MARIANO Y HAITÍ por Enrique Rueda::

El pasado 16 de enero, cuatro días después del seísmo que sacudió Haití, se produjo uno de esos milagros que han venido alegrando, si eso es posible, la desgracia de esta fatalidad. Fue rescatada Winnie, un bebé de dieciocho meses, por un equipo de reporteros. Por esas mismas fechas, Mariano Rajoy arengaba a los suyos y a la ciudadanía señalando que la ayuda a Haití es una cuestión de justicia y moral.
Es evidente, Mariano, que esto es así, pero la gente es adulta y sabe muy bien cómo administrar su sentido de la solidaridad. No es necesario politizar la desgracia y pretender subir un peldaño para convertirse en el gran adalid de la moral con la intención, quizá, de rebañar algún voto si uno da la imagen de ser el más bueno, el más digno. Patético. Y eso sin recordar dónde quedó la moral durante años, mientras Haití ha estado sumido en dictaduras, hundido en la pobreza, preparando el caldo de cultivo para que una desgracia como esta hiciera desaparecer el país. Cabe pensar entonces que desde Génova se va a enviar una partida de bolsos Louis Vuitton para alguna pija caída en desgracia de la oligarquía que dominaba la mayoría de los recursos del país. Quizá alguien entre en el vestidor de Camps y coja algún traje de los usados (los que tienen al menos dos inauguraciones encima) y los envíe como ayuda humanitaria para los pocos ejecutivos que parecen deambular por las calles de Puerto Príncipe. A Winnie sólo desearle que la vida le dé todas las oportunidades que merece y que nunca necesite ser la niña de Rajoy.

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