::EL CÓNSUL DE SODOMA por Bruno Marcos::

Claro que tiene un millón de defectos pero la película sobre la vida del poeta Jaime Gil de Biedma es encantadora. Uno no quiere pensar que los reparos que la ponen vengan de que, en nuestra sociedad, aún se sigan considerando la poesía como una cosa ridícula y la homosexualidad como algo asqueroso pero lo otro, tanta agresividad, resulta extraño. Hay quien todavía pone reparos a que se filmen secuencias de amor entre hombres o simplemente una orgía bisexual.
Ha dicho Juan Marsé: "Grotesca, ridícula, falsa, inverosímil, sucia, pedante, dirigida por un fallero incompetente y desinformado, mal interpretada, con diálogos deplorables.
Es una película desvergonzada, de título infamante y producida por gente sin escrúpulos. (...) Es peor que mala. Es una ofensa a la memoria del poeta por su estupidez y su grosería, algo que va más allá de su absoluta insolvencia cinematográfica."

Parece, después de escucharle, que la pulsión sexual no fuera una cosa determinante tanto en la vida como en la obra de Gil de Biedma y que sus amigos no hubieran leído sus diarios. Si hay afectación en la película también la había en el poeta y también exhibicionismo. La supuesta ironía o la creación de identidades ha dotado a esa generación o grupo de lo necesario para falsificarse en gran medida, y sus herramientas, elegía y automitificación, son los los elementos que han permitido, entre otras cosas, que se haga una película de Jaime Gil antes, por ejemplo, que de Cernuda. Yo creo que a Jaime esta película le hubiera gustado y que, como poco, la habría tomado con humor, o quién sabe si no con ironía.
Más criticable es que, quizá por falta de medios, no hayan ilustrado poemas preciosos y plenamente gráficos como Pandémica y celeste o el de la joven que sale del mar, o que no se hayan ido de verdad a Filipinas...
Por otro lado el Barral está perfecto, cae bien, y uno piensa -como ya pasara con el Fidel Castro de la película del Ché- si  no habría salido mejor una película del amigo.


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