Parece que con la resaca de su monumental borrachera se fuera al cubo de la basura la primavera del descontento, pero pensando como ellos: ¿A quién beneficiaron electoralmente los indignados?: A los que les querían sacar a palos.
¿Y por qué no? Ponerse el sentido del ridículo histórico por montera y jurar no salir de las plazas, como los revolucionarios franceses del juego de la pelota, hasta escribir una nueva constitución o lo que sea y acabar con la huelga de acontecimientos. Aunque los hijos de todas las revoluciones pendientes no tienen que saber de leyes y menos en una revolución del estado de ánimo.
foto #acampadaleon Juan Luis García
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